El 17 de diciembre, Chelsea Manning, ante Bradley, cumplió 27 años. Seguramente no hubo tarta de cumpleaños ni abrazos familiares.
La exmilitar está cumpliendo condena de 35 años después de que un tribunal militar estadounidense ordenase su entrada en prisión. ¿Su delito?
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Mural en apoyo a Chelsea Manning. (Wikipedia) |
Cuando tenía 22 años, se alistó en el ejército de los Estados Unidos. Después de revelar al mundo su homosexualidad, de ser echada de casa y sin tener muy claro lo que debía hacer con su vida, decidió seguir los pasos de su padre e ingresó en el ejercito para demostrarse a sí misma de lo que valía. En 2008, viajó con el Equipo de Combate de la Segunda Brigada que había sido destinado en Irak. A diferencia de otros militares,
a ella no la elijieron por su condición física: media 1.60 y pesaba 50 kilos, sino por su talento con los ordenadores. Estaba destinada como analista de contrainteligencia.
Desde su puesto de soldado raso, se hizo con dos ordenadores
con los cuales tuvo acceso a una cantidad ingente de información confidencial. Uno de ellos estaba conectado a la red
Secret Internet Protocol Router Network, que utilizaba el Departamento de Defensa y el Estado para compartir información de forma segura. Con el segundo ordenador tuvo acceso a la
Joint Wordlwide Intelligence Communications System, que actuaba como embudo local para los informes de máxima confidencialidad del gobierno estadounidense. Sin ningún control de un superior sobre su actividad, Manning estaba alarmado por la cantidad de información sobre operaciones ilegales, asesinatos de civiles a la que había accesido. A través de memorias externas, extrajo información mientras escuchaba a Lady Gaga para pasar desapercibida.
"Si tuvieras las manos libres sobre redes secretas durante largos periodos de tiempo, pongamos ochonueves meses, y vieras cosas increíbles, cosas horribles, cosas que debieran ser de dominio público en vez de estar almacenado en un servidor en una oscura habitación de Washington, DC, ¿qué harías?".
Antes de que Manning fuera detenida, su situación personal y psicológica no era nada alentadora. Su pareja la había dejado y había sufrido tres ataques de nervios debido a que Wikileaks estaba publicando la información que la soldado le había proporcionado a
Julian Assange. Creía que en cualquier momento se revelaría su identidad. Además, en la base iraquí en pleno desierto la temperatura superaba los 40 grados.
Una situación que la llevó a pensar en el suicidio, tal y como dio a entender a través de un mensaje que escribió en su muro de Facebook.
Por aquel entonces: Manning empezó a chaterar con el hacker estadounidense
Adrian Lamo, conocido como el 'Bobby Fischer' del hacking y que había sido condenado a seis meses de arresto domiciliario, dos años de libertad condicional y 65.000 dólares de multa por
piratear los ordenadores de The New York Times, Microsoft. A él le confesó que era la responsable de la filtración de información secreta a Wikileaks, que revelaba el papel de Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganistán, unos 500.000 registros, y unos 250.000 cables diplomáticos de la política exterior estadounidense.
Pero Chelsea no calculó las consecuencias de desahogarse con un desconocido y desvelarle su identidad. En palabras de Chelsea a Lamo,
"la información sobre la politica exterior secreta le iba a causar a Hillary Clinton y a varios miles de diplómáticos de todo el mundo un infarto cuando se levanten un día y se encuentren con información está en un formato de búsqueda". Con las pruebas suficientes, Lamo, de padre colombiano, acudió a las autoridades federales que ordenarían el arresto de Manning en mayo de 2010, cuando llevaba tres meses
proporcionando información a Assange. Durante un tiempo, estuvo bajo protección policial debido a las amenazas de muerte que había recibido. Para muchos era un traidor. Pero él se defendió de estas acusaciones alegando que actúo como un patriota.
"No lo habria hecho si no hubiera vidas en peligro. Se encontraba en una zona de guerra y básicamente estaba tratando de hacerse con toda la informaciñon confidencial a su alcance, simplemente lanzándola al aire".
Los autores de
Wikileaks y Assange: un relato trepidante sobre cómo se fraguó la mayor filtración de la historia, del que he sacado algunos datos para este artículo, recogen el testomonio del informático David
House, uno de los pocos que puede visitarlo en prisión y
fundador de la web de apoyo que lleva el nombre de Manning ,
que destaca de Chelsea su integridad moral.
Apunta que uno de los derechos inviolables para Manning es el valor de
la información libre en cualquier sociedad democrática. "
La información
ha de ser libre. Pertecece a dominio público. Quiero que la gente sepa
la verdad sin tener en cuenta quiénes son [...] Porque sin información,
no puedes tomar decisiones fundamentales como ciudadano". Razón que la llevó a enviar cientos y cientos de cables al fundador de Wikileaks, Julian Assange.
Para Jorge Lozano, catedrático de Teoría de la Información en la Universidad Complutense de Madrid,
Assange aparece como un Prometeo, que era aquel dios que robó el
fuego a los dioses; o un Robin Hood, que roba un botín y lo ofrece a
los pobres. Una reflexión extensible a todos los 'whistleblowers'. De la misma manera que
Zeus
condenó primero a Prometeo a que cada noche una águila se comiera su higado y después a arrastrar una piedra a la que estaba encadenado,
Estados
Unidos ha aplicado la máxima condena a quienes se han atrevido a robar
el fuego de los dioses que Prometeo usó para calentar a su pueblo que durante las noches pasaba frío.
Manning está cumpliendo condena de 35 años, que pudo ser peor si los tribunales la hubieran encontrado culpable por proporcionar ayuda al enemigo,
que supondría 90 años de prisión. Su intención no era ayudar al enemigo. Ella misma se ha declarado una gran patriota. Lo hizo por la misma razón que la empujó desvelar los secretos: garantizar a la sociedad el derecho a la información.
John Kiriakou, que denunció las
torturas
que la CIA ha usado después de los atentados del 11-S, ha sido el único condenado hasta el
momento. Julian Assange, sobre el que
algunos congresistas estadounidenses llegaron a decir públicamente
que deberia ser ejecutado,
lleva casi dos años encerrado en la embajada de Ecuador en Londres por miedo a que la policía británica lo capture y lo extradite a Estados Unidos. O el caso del exanalista de la NSA
Edward Snowden,
que tuvo que escapar de Estados Unidos por miedo a que ser condenado a cadena perpetua.
Rusia le concedió asilo con la condición de que no hiciera mucho ruido. Más cerca, aquí en España, tenemos el caso del 'whistleblower' francoitaliano
Hervé Falciani, que entregó a la justicia el nombre de más de 130.000 evasores fiscales que extrajo cuando trabajaba para el banco suizo HSBC.
A pesar de la información que Wikileaks o los analistas de la CIA han publicado, no se ha debatido públicamente sobre el papel de Estados Unidos en la guerra de Irak y Afganistán, que era el objetivo principal que Chelsea perseguía cuando filtró los cables. Todo lo contrario:
el informadores cumplen condena o están escondidos por revelación de secreto. Su delito ha sido poner luz donde antes había oscuridad.
El pasado 10 de diciembre se celebró el Día Internacional de los Derechos Humanos. Para conmemorarlo,
Amnistía Internacional lanzó una campaña de recogida de fondos para financiar la campaña contra las torturas bajo el lema
"La indiferencia es su mayor tortura".
Una campaña que se ilustró con las torturas que
Chelsea Elisabeh Manning sufrió durante casi un año antes de ser condenada y que la ONU ha calificado de crueles e inhumanas, como de estar 23 horas al día encerrada en una celda pequeña sin ventanas. También recogió la historia de
Moses Akatugba, al que dispararon en la mano cuando tenía 16 años y que fue colgado durante
horas antes de arrancarle las uñas de manos y pies con alicates. Y la de
Erkin Musaev, detenido, torturado y condenado en 2006 a 20 años de cárcel en tres juicios injustos, según Amnistía. Erkin firmó una confesión falsa en la que reconocía los cargos
de “traición y abuso de poder” en Uzbekistán cuando la policía lo amenazó con atacar a su
familia.
Indiferencia de los medios españoles
Como decia al principio del texto, el pasado 17 de diciembre Chelsea Mannning cumplió 27 años. Me enteré porque aquel día
The Guardian llevaba en la 'home' un gran texto sobre el cumpleaños de Chelsea Manning, una
heroína que estaba encarcelada. La noticia, que fue compartida unas cuentas de miles de veces, incluía las tarjetas de felicitación de cumpleaños, entre otros, de Snowden, del viñetista de The New York Times Joe Saco. o la del vocalista del grupo REM, Michael Stipe, que se refería a Chelsea como una gran patriota.
¿Y que había hecho la prensa española? Indiferencia es la palabra que mejor define la actitud de los medios
españoles hacia Chelsea Manning.
Ningún gran medio español se hizo eco del que, sin ser periodista, ha
hecho mucho más por el periodismo que muchos de los que tienen el
carnet de periodista y también por la sociedad en general y que desgraciadamente ha terminado siendo un martir.
Especialmente, me decepcionó la postura del eldiario.es, medio del que
soy socio y que no llevaba nada acerca de Manning. Esta cabecera está
apostando por la participación ciudadana mediante las
plataformas de denuncias ciudadanas sobre corrupción, como
Fíltrala.org,
un canal a través del cual personas anónimas pueden enviar documentos
conservando en todo momento su anonimato. También ha colaborado con el
Buzón X del Partido X, que jugó un papel destacado en
la publicación de las tarjetas black de los consejeros de Caja Madrid-Bakia.
Más decepcionante todavía, El País. Junto a Le Monde, The New York Times, The Guardian y Der Spiegel. fue
uno de los diarios seleccionados por Assange para difundir las
filtraciones por su posición estratégica de cara al mercado
latinoamericano, donde Prisa tiene una presencia importante. Una de la
prioridades del australiano era que la publicación de los cables llegara
lo más lejos y que tuviera el mayor impacto posible, que sólo sería
factible si todos los medios trabajaban de manera conjunta. Pero su deseo
chocaba con la "exclusiva periodística" que le llevó al fundador de
Wikileaks a tener algunos encontronazos con la Chanel 4 de Inglaterra
puesto que la cadena árabe Al Jazziera también quería una parte del
pastel cuando Assange les había prometido la exclusiva. En su web no llevaban nada acerca del cumpleaños de Manning. Pero poco se podía esperarse.
Assange filtró a El País información gratis a cambio de que la
publicara. El medio, por el contrario, la privatizó en el momento que
aplicó licencia copyright al contenido y la puso a la venta.
Una actitud contraria a los valores de la información libre y concebida como un derecho humano de la ética hacker presente en la personalidad de Chelsea Manning. El
medio, que se lucró con la venta de diarios, que se aseguró la
presencia en el medio de comunicación por antonomasia, no hizo nada por
ayudar a Wikileaks cuando tuvo dejar de filtar información debido al
bloqueo financiero que Estados Unidos había impuesto y al que las
grandes empresas como VISA, PayPal, MasterCard, entre otras,
sucumbieron.
Así informó El País sobre la paralización de las filtraciones:
Hoy Manning está en prisión. Ni ella ni otros 'whistleblowers' serán referentes ni serán recordados para el gran público ni para algunos medios de comunicación
(desde estas líneas al menos no será asi). Pero su compromiso, su valentía y su heroísmo,
entendido como aquel que arriesga su integridad física por el bien de los demás, para lograr una sociedad mejor, informada y libre, siempre estará presente en muchas otras conciencias. Más tarde que temprano se les reconocerá su contribución por dar a conocer la vigilancia masiva de los gobiernos sobre los ciudadanos y la colaboración estrecha con las grandes tecnológicas o la violación de los derechos humanos como ya lo
hiciera Daniel Ellsberg en los años 70 con los Pentagon Pappers. Porque por mucho que la historia la escriban los vencedores, la historia siempre estará del lado de los buenos.