El nombramiento de Jorge Mario Bergoglio como máximo representante de la Iglesia Católica levantó muchas críticas allá por marzo. De él se aireó un pasado algo oscuro, que dejaba entrever su participación en la dictadura argentina del Videla. O su visión del papel que la mujer debía jugar en la sociedad. Sin embargo, en tan sólo 8 meses ha encandilado con un mensaje que nada tiene que ver con lo que de él supimos ni con el mensaje que la Iglesia ha transmitido a lo largo de su historia.
El Papa Francisco está generando sensación y esperanza entre algunos católicos prácticantes e incluso entre los que no lo son. Sus palabras se acercan más a la realidad del siglo XXI. Ha criticado que la institución que ahora preside se haya centrado principalmente en temas como la prohibición del aborto o los antoconceptivos. Ha criticado el papel que las élites dominantes están jugando en la vida económica y política, y sentenciaba que los ídolos del dinero nos estaban robando la dignidad. Esta semana se filtraba a la prensa la posibilidad de que Francisco I nombrara a una mujer para el puesto de Cardenal, algo inédito en la historia eclesiástica. En una extensa entrevista concedida la semana pasada expresaba que nunca había sido de derechas. Palabras que no han pasado desapercibidas para un sector más conservador de la sociedad y de la propia Iglesia.
A principios de semana el periodista y escritor Fernando Sánchez Dragó, que ha mantenido relaciones sexuales con niñas, lanzó un órdago contra el Sumo Pontífice propio de quien la nueva actitud del Papa produce urtucaria. En un artículo publicado en El Mundo, por si no lo había dicho, arremetía contra él de una manera infantil. No entraba a calificar sus argumentos y ni siquiera a rebatirlos. Criticaba su estética y las rojeces que el Papa tiene en la piel. Tampoco ha gustado su discurso al Opus Dei, aunque la institución creada por el español Escrivá de Balaguer lanzó una serie de mensajes en la red social Twitter para intentar demostrar su sintonía con el nuevo Papa. El rechazo generado evidencia que el nuevo realto del Papa se aleja de lo que históricamente ha sido la Iglesia: opulenta, retrógada, rica y alejada de los valores que son bandera en las sociedades democráticas del siglo XXI
A pesar de que el mensaje del Papa Francisco es un soplo de aire fresco para esta institución tan importante, tan poderosa y con tantos seguidores, siempre debe quedar espacio para la desconfianza. Sin ir más lejos, el propio Obama encandiló al mundo con su mensaje de paz y prosperidad. Y a pesar de que ha sido reelegido y condecorado con el Premio Nobel de la Paz, sus promesas del Yes, We Can tanto dentro como fuera de EEUU han quedado en papel mojado.
