jueves, 3 de abril de 2014

La relación de Rajoy con la prensa

En diciembre, Carlos Cue y Francesco Manetto, periodistas de El País que siguen de cerca la actualidad del PP, escribían que el partido se había “instalado en el escándalo permanente”. Caso Gürtel, el caso Bárcenas, los sobresueldos… bombas de relojería que de cuando en cuando detonan su carga en el PP.

La estrategia de comunicación que Rajoy ha seguido se ha basado en no decir nada que aclare los escándalos de financiación irregular que acechan al Partido Popular. Pero su torpeza dialéctica lo ha traicionado en varias ocasiones. En una visita a Alemania afirmó de los papeles de Bárcenas que todo era falso, salvo alguna cosa. Argumento que contradecía al defendido por el PP en todo momento: que nunca se habían realizado dichos pagos, a pesar de que varios exdiputados habían confirmado su existencia.

En una entrevista a la cadena americana de negocios Blommberg, Rajoy dijo que había cosas que no se podían demostrar sobre el caso Bárcenas. ¿Se refería a la destrucción de pruebas como la de los discos duros? La entrevista provocó tanto nerviosismo, que el equipo de Rajoy intentó censurar algunas de las respuestas pidiendo a la cadena que no las emitiera. Bloomberg se negó.

Después del registro policial en la sede del PP de la Calle Génova, Rajoy se encontraba en Bruselas. Sobre este hecho afirmó que las 14 horas que la policía había pasado en la sede de su partido en busca de pruebas por supuestos pagos en negro de las reformas a la sede del Partido Popular no había sido un registro. Explicaciones, las únicas, muy sorprendentes, puesto que al final del registro a la sede del partido del Gobierno la Policía se llevó más de 5.000 folios.

Las decisiones del equipo de comunicación han provocado enfado en los periodistas. El pasado verano Rajoy se saltó el turno de preguntas y decidió que el periodista del ABC le hiciera una pregunta que había pactado previamente con el director del medio. Sólo mediante las trampas pudo salir así airoso de que los periodistas lo interpelaran por el caso Bárcenas (días antes El Mundo había publicado los SMS entre el presidente y el extesorero “Sé fuerte Luis”).

Recientemente, la Secretaria de Estado de Comunicación anunciaba que iba cambiar el método para los periodistas que quisieran realizar alguna pregunta en la Moncloa: tendrían que apuntarse con antelación en una lista. Una fórmula por la cual los periodistas creen que sólo se les cederá el turno de palabra a los menos incómodos. Suspicacias fundadas después de lo ocurrido en la visita de Rajoy a Estados Unidos, en la que se vetó la entrada a los periodistas de la Cadena Ser y El Mundo.

La política comunicativa le ha valido muchas críticas a Rajoy, y con razón, tanto fuera como dentro de España. A pesar de los graves escándalos que acechan al Gobierno, el presidente del Gobierno no ha ofrecido en ningún momento una explicación convincente. Y ha tomado la peor escapatoria posible: esperar que una noticia borre la anterior hasta que la gente lo olvide, sin ofrecer su versión a la ciudadanía. El diario británico The Economist advertía al presidente del Gobierno de que "sus intentos de esconder el escándalo bajo la alfombra no van a tener éxito".
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