jueves, 10 de abril de 2014

La propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario

Noam Chomsky es uno de los científicos sociales más importantes la  actualidad. The New York Times lo definía como "el más importante de los pensadores contemporáneos". Filósofo, es también profesor emérito de Lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Es muy conocido por su  activismo político. Ha criticado con dureza la política exterior de EEUU. Un país más preocupado por mantener el orden mundial a pesar de los problemas internos, con unos elevados indices de criminalidad, problemas relativos de la salud, de educación, de desempleo, de personas sin techo.

En "Cómo nos venden la moto" (Icaria Editorial) Chomsky explica las técnicas de persuasión, cómo y quién las aplica, con qué intenciones y cómo actúan sobre nosotros.

Según Comsky, la democracia está constituida por dos grupos de personas: una clase especializada y el resto al que denomina "rebaño desconcertado". Los primeros son los que toman las decisiones, las que las ejecutan. Vendría a ser la clase política. Los segundos son todos aquellos que no participan de manera activa en la esfera pública. Son meros espectadores.

Chomsky señala que los primeros se han proclamado "los jueces de los intereses y de los asuntos públicos" Tal y como se desprende de su lectura, cuando estos empiezan a perder el control y los espectadores cambian su rol a otro mas activo, ponen en funcionamiento la maquinaria mediática de desinformación. El objetivo señala Chomsky es corregir las desviaciones democráticas, que puede llegar al uso de la violencia estatal.

El principal objetivo de controlar la opinión pública. Esta es una de las tesis principales del libro. En él se explica cómo funciona la maquinaria propagandística, como se manipula la historia pero, sobre todo, es una pista de los efectos de los medios de comunicación masiva que el activista Malcom X advertía: los medios de comunicación masiva provocan que odiemos al opresor y odiemos al oprimido. Porque ellos tienen la capacidad de hacer culpable al inocente.
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