viernes, 24 de abril de 2015

A la caza del informante (I)

La persecución de periodistas ha motivado que el Comité de Protección de Periodistas, (CPJ) y el Comité de Reporteros por la Libertad de Prensa hayan enviado recientemente una carta a la ONU para que el organismo asegure la privacidad de las comunicaciones de los periodistas a través de la utilización de herramientas de encriptación. Y salvaguardar así el anonimato de las fuentes. Porque las comunicaciones de los periodistas no son seguras y porque varios gobiernos, como EEUU, han iniciado una persecución contra los periodistas y contra sus fuentes.

El pasado mes de enero, el agente de la CIA Jeffrey Sterling fue hallado culpable por filtrar información confidencial al reportero especializado en seguridad nacional de The New York Times, James Risen, acerca de la Operación Merlin. Esta operación, iniciada en el año 2000, revelaba las acciones de sabotaje de la CIA, que consistía en dar a los oficiales iraníes armamento defectuoso para retrasar la fabricación de armas nucleares.

Manifestación del Partido Pirata de Alemania contra PRISM en Berlín (2013).
La administración Obama inició una dura campaña contra el periodista, dos veces ganador del Premio Pullitzer, para que desvelara su fuente. Hasta el punto de que llegó a emitir una orden para que compareciera el Departamento de Justicia. La campaña "We Support James Risen Because We  Support a Free Press", promovida por la sociedad civil desde la plataforma Roots Action (similar a Change.org) recogió más de 100.000 firmas. Todas ellas fueron entregadas a mediados de agosto de 2014. La propuesta contaba con el apoyo de las organizaciones en defensa del periodismo y con la firma de más de 20 periodistas galardonados con el Pullitzer. Estados Unidos bajó la intensidad de los ataques debido a la respuesta. Y el Departamento de Justicia dijo que no iba a llamarlo a declararlo.

La filtración propició que el periodista publicara el libro State of War: The Secret History of the CIA and the Bush Administration. Un libro que puso en evidencia las extralimitaciones y abusos de la agencia que durante la administración Bush, actuó a las espaldas del Congreso y de la Corte Suprema.
Jeffrey Sterling, de 47 años y originario de Missouri, está en libertad y no será hasta el 24 de abril cuando los tribunales den a conocer su veredicto.

Stephen Jin-Woo Kim es otro de los informantes perseguidos. El ex analista de seguridad del Departamento de Estado fue condenado a 13 meses de prisión por haber entregado al periodista de la FOX, James Rosen, documentación que revelaba cómo Corea del Norte estaba preparando un disparo nuclear como respuesta a las sanciones de la ONU. La acusación se basó en que la filtración ponía en riesgo la seguridad nacional.

En mayo de 2013, The Washington Post publicó el espionaje al que fue sometido Rosen. Según el periódico, el FBI obtuvo información sobre sus llamadas telefónicas, el contenido de su cuenta de correo electrónico personal para descubrir la fuente de la filtración. Un hecho insólito hasta el momento. A pesar de que la fiscalía acusó a James Rosen de ser un conspirador, el periodista no ha sido llamado a declarar de manera formal.

Estas acciones de Estados Unidos contra la libertad de expresión e información van en contra de la Primera Enmienda. Esta norma garantiza no sólo las libertades relativas a la religión, de expresión, de reunión y el derecho de petición. Además, prohíbe la restricción de la prensa o de los derechos de las personas a expresarse libremente.

En 2013, Reporteros sin Fronteras alertaba de que la ley estadounidense de espionaje de 1917 suponía un riesgo para la libertad de información y que además, viola la Primera Enmienda. Argumentaba que hasta 2005, la ley había sido aplicada en 3 ocasiones (Papeles del Pentágono, Guerra de Vietnam y la filtración de unas fotografías de Sadam Hussein en la cárcel). Desde que Obama tomara posesión de su cargo, la ley ya ha sido usada hasta en seis ocasiones para procesar a informantes. Reporteros sin Fronteras opinaba que la ley “pesa directamente sobre la labor de los periodistas a los que implica en atentados contra la seguridad del Estado cuando no cumplen su labor profesional”.

En otro informe, RSF expresa que “Estados Unidos, que se jacta de ser un Estado de Derecho no da el ejemplo” y que esta lejos de hacerlo. Además de los casos de Stephen Jin-Woo Kim y Jeffrey Sterling, analizaba la cacería de otros informantes como Chelsea Manning, condenada a 35 años de prisión en un juicio plagado de irregularidades, según la defensa. O Edward Snowden, asilado en Rusia después de que filtrara a Glenn Greenwald y Laura Poitras el espionaje masivo de las comunicaciones de la NSA (la documentalista ha sido retenida en los aeropuertos en más de 40 ocasiones porque su nombre aparece en la lista de terroristas). O Julian Assange, todavía encerrado en la embajada de Ecuador en Londres por miedo a ser extraditado a Estados Unidos. O el del ex agente de la CIA, John Kiriakou, condenado a dos años y medio de prisión por divulgar las torturas en los interrogatorios a los acusados de terrorismo. 

O el periodista de investigación estadounidense Barrett Brown, detenido por publicar enlaces que llevaban al lugar donde se alojaba información extraída a empresa de seguridad Stratfor Global Intelligence en 2011. A pesar que al activista y periodista, colaborador con The Guardian y Vanity Fair, se le retiraron 11 de los 12 cargos por los que pedían más de 100 años de cárcel, ha sido condenado a más de cinco años de prisión en una cárcel federal y a pagar una multa de 890.000 dólares. (1)

En un intento de frenar las filtraciones, el Congreso ha lanzado un proyecto de ley para endurecer las penas a quienes filtren documentación secreta y los periodistas que publiquen dichas informaciones. Obama te dará el carnet de periodista.

Debido a las persecuciones, Estados Unidos es el segundo país occidental que más puestos ha perdido en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborado por RSF* en 2014. En total, retrocedió respecto al periodo anterior 13 puestos, hasta el 46 en una lista de 180 países. Sólo por detrás de Grecia, que ha perdido15 puestos, hasta situarse en el 99.

* Para la elaboración del informe se tienen en cuenta el pluralismo, la independencia, la transparencia, la infraestructura de los medios a la hora de elaborar las noticias y la legislación de cada país.
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