martes, 1 de diciembre de 2015

Sobre guerras y racismo

La guerra civil en Siria va de camino a su quinto año. Y como en todo conflicto armado, las víctimas se cuentan por miles. Poco, o más bien nada, es lo que Occidente ha hecho por los sirios. Tan poco que ha estado vendiéndole armas y arsenal militar al dictador para que siga asesinando. Tan poco que Europa ha cerrado la puertas de la esperanza y prosperidad a quienes han logrado sobrevivir y juntar algo de dinero para escapar a pie y en barcazas del terror. Bien visto, más bien es nada lo que Europa, Occidente y la comunidad internacional ha ayudado ha hecho por ellos.

Le pasó lo mismo a la República tras las elecciones del 36 y la victoria del Frente Popular. Los golpistas, liderados por Franco, contaban con el apoyo de Hitler y Mussolini y con el silencio de las otras democracias y la comunidad internacional.

Ahora, tras el ataque de los atentados del Daesh en París, Europa viene a reaccionar. Francia y Hollande andan recabando apoyos para una guerra contra el terror. Desgraciadamente, no contra el terror de Assad, que ha provocado el 94% de las muertes en Siria, frente al 6% restante del Estado Islámico.

Una respuesta que desde mi punto de vista es racista. Assad ha sido el culpable de la muerte de 220.000 sirios, de los cuales el 27% son niños, amén de los centenares de refugiados que han perdido la vida en el Mediterráneo. Incluso ha llegado a usar armas biológicas contra la población. ¿Cuál fue la respuesta? A pesar las denuncias por la violación flagrante de los derechos humanos contra la población, Occidente prefirió mirar para otro lado y pensar que el régimen de Assad caería. Desgraciadamente, ahora Occidente lo acepta como un aliado en su lucha contra el Daesh, junto con Putin. 

Esta respuesta es una evidencia que la vida de un francés, un español o la mía vale mucho más que la de un sirio. Y aceptar una hipotética intervención de la que ya se habla, es aceptar este racismo. No hay que olvidar que la Declaración de los Derechos del Hombre reconoce que todos los hombres somos iguales. 


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