miércoles, 17 de junio de 2015

Un ejercico de empatía: el matrimonio homosexual

Quieres mucho a alguien, pero no puedes darle alguna muestra del cariño más allá de lugares cerrados y oscuros. Renuncias a toda muestra de amor pública a pesar de que a otras parejas no se les juzga por ello. La sociedad no sólo te obliga a ocultar ese amor sino que te dicta a quién tienes que querer. Lamentas que en pleno siglo XXI todavía se discrimine a las personas por su sexo, ideología o cultura. Por desgracia, terminas aceptando esta realidad a regañadientes porque antepones lo que sientes a cualquier adversidades que se te cruza.

Pedro Zerolo: activista socialista, republicano, laico, feminista...


Pero, ¿cuánto tiempo aguantarías escondiéndote como un rufián? ¿Un año? ¿Dos quizás? ¿Hasta dónde llegaría tu paciencia ¿Quizás una vida?

Durante mucho tiempo, la homosexualidad ha estado prohibida y estigmatizada. Y sigue siéndolo en muchos lugares del mundo. Muchos han sido víctimas de las humillaciones y de la intolerancia de sus vecinos, familiares y la sociedad. Como el francés Édouard Louis. Durante los años del colegio, sufrió los golpes e insultos de sus compañeros. En el 2013, con 19 años, decidió contar su historia en el libro Para acabar con Eddy Bellegueule. Este superventas ha revivido la historia de una infancia, que ha dejado a Francia, país en firmar el primer tratado de derechos humamnos, con las vergüenzas al aire.

A pesar del tumultuoso camino que han tenido que pasar muchas parejas homosexuales, ya son varios los países que han aprobado el matrimonio entre las parejas del mismo sexo a fin de normalizar este tipo de uniones. Es el caso de España, el cuarto país en hacerlo. Hoy es uno de las naciones más tolerantes hacia la homosexualidad: en torno al 60% de la sociedad lo aprueba. Unos avances que no se pueden entender sin la figura de Pedro Zerelo, fallecido recientemente.

Este activista no se conformó con gritar y pedir libertad. Quería y exigía mucho más que eso: igualdad de derechos para los homosexuales. Y lo hizo desde las instituciones, desde los juzgados... El propio José Luis Rodríguez Zapatero reconocía que sin la tenacidad de Pedro Zerelo la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo no habría salido adelante. Todo un ejemplo de lucha constante en favor de las minorías discriminadas, como ya lo hicieran Martin Luther King, Nelson Mandela y otros y otras activistas que luchan a diario contra el paradigma dominante. Una lucha que básicamente se resume blancos, negros, homosexuales, heterosexuales, pobres, inmigrantes seamos tratados con respeto y dignidad. Y al fin y al cabo, como personas. Su figura recuerda una constante que se ha repetido a lo largo de la historia: que los derechos se luchan y se conquistan. Que en paz descanses, Pedro.
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