martes, 14 de enero de 2014

Reflexión de la huelga de los operarios de limpieza y del alumbrado de Madrid

El éxito de la huelga de los operarios de limpieza y los de iluminación de Madrid ha demostrado de nuevo que la movilización en las calles es el principal medio conquistar derechos. Es el arma de defensa de los ciudadanos frente a los ataques del poder. Bien es verdad que durante aquellos días las calles de la capital dieron la vuelta al mundo por la suciedad que acumularon. La democracia a veces supone molestias.

A pesar de todo, tanto los operarios de limpieza como los de iluminación lograron que los despidos y bajadas salariales se paralizasen, algo que pocos han conseguido en este país desde que empezó la crisis. Por ello, es que cada vez más escuchamos a los políticos decir con total desvergüenza que el derecho constitucional de manifestación debe ser “modulado”. Los operarios, además de dar una lección de dignidad y de entereza, demostraron que la presión social es el motor de progreso hacia una sociedad más justa, equitativa. Que son los pueblos quienes deciden qué quieren para ellos y hacia dónde quieren ir. Son los pueblos los que ponen sus propias barreras. Al fin de cuentas, la legitimidad de los políticos proviene de los gobernados. Ellos son el medio, pero el pueblo es el fin.
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